Moisés Cerezo es un músico y pintor autodidacta ilicitano. A muy temprana edad, rondando los cuatro o cinco años, solía sentarse en su cama junto al viejo tocadiscos de su padre donde pasaba horas y horas observando las portadas y, a su vez, escuchando aquellos vinilos de Mozart, Chopin, The Beatles, David Bowie, Hendrix, Marvin Gaye, e.t.c. Una dulce y amarga amalgama musical y artística la cual ha ido moldeando su estilo hasta la fecha. Por aquel entonces ya sentía una enorme atracción por la música, la pintura y también por la literatura.
Físicamente, el lápiz llegó a su vida antes que la música. La pintura tardó algo más en llamar a la puerta ya que huía de los colores. Él, al igual que sus dos hermanos, sufre tricromacia oligocónica (un derivado del daltonismo que comúnmente ocurre cuando alguien no puede distinguir entre ciertos colores; por lo general entre verdes y rojos y ocasionalmente azules). Abandonó el color y decidió «pintar de oído». Pintar según su punto de vista.
Desde sus primeros garabatos que dejaron constancia de ello en cientos de libros de historia, divulgación y aventura y hasta que se decidió a coger un Bajo por vez primera a los diez años, ha conseguido llevar a cabo profesionalmente ambas profesiones; algo que arrastrará hasta el fin de sus días: música y pintura.